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Cada uno de nosotros llevamos sembrado en nuestro interior una semilla que nos llama a dejar alguna huella de nuestro paso por el mundo y cada quién elegimos cual es la forma física que le damos a esta trascendencia, algunos escribiendo un libro, algunos siendo profesores, algunos como madres o padres de familia, algunos innovando para mejorar el mundo, algunos compartiendo nuestros aprendizajes. Sea como sea la forma que elegimos el fondo es el mismo, trascender.

Desde mi mirada compartirnos siempre es una forma de dejar huella. Brindarnos al otro en espacios de luz. Escuchando con amabilidad, siendo paciente cuando sea conveniente, actuando con claridad y firmeza frente a una situación imposible, exponiendo nuestra experiencia desde la alternativa que es, sin pretenderla una verdad absoluta.

El Coaching, el mentoring, la facilitación como acciones profesionales, son herramientas que desde mi experiencia he visto transformadas en espacios de trascendencia, acompañando la otredad y tomando de ella las nuevas semillas de los aprendizajes y recursos compartidos.

Validar y valorar las experiencias de las personas que nos rodean es otra forma de abrir espacios de trascendencia, en diversas ocasiones las personas únicamente requieren de alguien más, un otro abierto a escuchar empáticamente, alguien receptivo que sea, por un momento, espejo de la realidad que la persona comparte y que desde la mirada del que cuenta la historia, le devuelva en su silencio amable las respuestas que habitan en el interior de cada uno.

La invitación, a quién me brinde un espacio de trascendencia al leerme en estas líneas, es: elige una acción sencilla, específica, clara, que esté completamente en tu control y da un paso que deje una huella plena de alegría en tu caminar de hoy.